Sobre un cielo de la laguna Adela

Disfrutar de un buen paseo como así también de las buenas charlas con amigos y familia son las cosas que mas se extrañan.

El confinamiento en el que nos encontramos producto de la pandemia nos tiene alejado de las cosas que mas amamos. Pero siempre es bueno recordar historias ruteras.

Los lindos momentos se hacen presente una y otra vez. Recuerdo como aquella tanza estirada se introducía a pocos metros de la orilla del espejo de agua mientras el sol se ocultaba sobre un horizonte celeste y sin nubes.

La campana empezó a sonar y aquella tanza estirada, ya no lo estaba. El repiqueteo sonoro hizo que los niños se pongan eufóricos y llamen a sus papas. A los pocos minutos aparecieron los padres de los pequeños y al escuchar el sonido ensordecedor de la campana se prepararon para lo que estaba por venir.

La laguna de Adela siempre tiene sorpresas exclamo uno de los padres. Siempre vamos a venir expreso el otro. Las mujeres, aprovechan, para charlar, tomar mate, y preparar algunos bocadillos.

A pocos metros de donde están estas familias, se encuentra la ruta nacional 2, y a unos pocos kilómetros la ciudad de Chascomus en donde ya se pueden visualizar las primeras luces, dando lugar a que el sol se vaya a descansar.

La tanza empezó lentamente a desplazarse de lado a lado. Papa, papa, que es, expreso uno de los pequeños que alborotado por el acontecimiento se encontraba firme a la orilla de la laguna.

El hombre tomo apresuradamente su caña de pescar y el reel empezó a traer aquella tanza que se zarandeaba con total tranquilidad por el espejo de agua.

Papa, papa, volvió a exclamar el pequeño, es una carpa. El padre estaba listo, sin embargo, al ver la inmensidad del pez agarro el copo y procedió a sacarlo del agua.

Para sorpresa de todos, el segundo anzuelo traía un pequeño bagre. En otras palabras, para los pescadores, la jornada cerraba de la mejor manera.

Los fogones con sus colores rojos y amarillos, de leños secos, tomaban presencia en una noche que empezaba a asomar.

Una de las mujeres preparaba el condimento para la carne mientras que uno de los hombres preparaba la parrilla. El ritual argentino del asado estaba en marcha.

Las estrellas, eran las anfitrionas de la noche. Mientras que los fogones se animaban a resplandecer sobre un cielo sin una nube.

Luego de disfrutar una hermosa reunión, mientras en la parrilla solo quedaba el recuerdo de lo que fue un suculento asado, los bostezos se hicieron presente para pronosticar el fin del día.

Hay que preparar las bolsas de dormir y los colchones inflables exclama uno de los hombres mientras en las carpas, los niños estiraban las frazadas y colocaban las almohadas.

A unos pocos metros de distancia se encentraba una pequeña casa rodante. En su interior se podía visualizar a una familia que se estaba por ir a descansar.

La noche finalmente cayo sobre la laguna de Adela. Reinaba el silencio y los únicos que quedaban despiertos eran los grillos que pregonaban un gran calor para la jornada venidera.

Por la mañana el sol se hizo presente para acompañar a las familias. Hombres, mujeres, niños, y abuelos disfrutaron de una jornada bajo un cielo celeste de la laguna de Adela.

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